¿Ah sí? La cultura de la violencia, hasta ahora dominante en nuestro mundo, consiente, legitima y glorifica el uso de la violencia. Así lo testifican los libros de historia, los mitos y héroes de cada pueblo, el arte, las nomenclaturas de nuestras calles, los monumentos públicos, estudios universitarios militares, instituciones, juegos y un larguísimo etcétera.